Portugal ha tenido una idea revolucionaria para transformar su economía: cambiar hordas de turistas por cables submarinos
Si las capitales de los países son la pista angular sobre la que giran sus economías, en Portugal no hay mucho debate, aunque sí cierto hartazgo. Hace años, Lisboa se propuso ser una capital turística, y este verano se ha constatado que se ha convertido en el mayor infierno turistificado