La corrección emocional es una nueva forma de obediencia

La corrección emocional es una nueva forma de obediencia

Perfil publicó un artículo de opinión que analiza la idea de la corrección emocional como una forma reciente de obediencia en contextos educativos. El texto examina cómo las prácticas orientadas a gestionar emociones pueden convertirse en herramientas para modelar comportamientos de estudiantes y docentes, con el objetivo de fomentar convivencia y seguridad en el aula. El autor sostiene que, en la actualidad, ciertos rasgos y actitudes valorados en las instituciones educativas se presentan como requisitos para “encajar” en la comunidad escolar, aunque pueden carecer de una base de convicción si no se sostienen en una reflexión crítica.

Entre las competencias señaladas como más buscadas figuran la amabilidad, la curiosidad, la apertura al cambio y la predisposición a colaborar. El artículo plantea que, aunque estas cualidades pueden facilitar la interacción y el aprendizaje, su exigencia constante podría desplazar la autonomía individual y convertir la educación emocional en un criterio de control más que de desarrollo personal.

El autor describe la escuela como un posible “laboratorio social” donde se evalúan y moldean conductas, valores y respuestas emocionales, con implicaciones para la dinámica entre alumnos, docentes y familias. En ese marco, se cuestiona si la corrección emocional busca promover una participación crítica o si, por el contrario, tiende a suprimir discrepancias y dudas que son parte del proceso formativo.

También se analizan posibles efectos en el clima escolar y en la evaluación del aprendizaje. Se advierte de la tentación de convertir normas afectivas en un instrumento de vigilancia y cumplimiento, lo que podría aumentar la presión sobre docentes y directivos y reducir el margen para la expresión de diferencias individuales.

El texto concluye destacando la necesidad de equilibrar la atención a las emociones con el desarrollo de pensamiento autónomo, responsabilidad cívica y capacidad de cuestionar decisiones. En esa línea, propone acompañar la formación emocional con oportunidades para el razonamiento crítico, la libertad de disentir y la deliberación colectiva, evitando transformar la convivencia en obediencia rígida.

Fuente: perfil.com | Leer la nota completa