El psiquiatra que metió el Universo en una cáscara de nuez: cómo los hemisferios cerebrales conformaron el mundo occidental
Hacia 1990, el psiquiatra británico John Cutting impartió un seminario en el Maudsley Hospital de Londres en el que abordó la relación entre los hemisferios cerebrales y los trastornos psiquiátricos. Para Cutting, lo central no era la función específica de cada hemisferio, sino cómo cada uno interpreta el mundo.
La historia comienza en 1954, con Roger Sperry, neurocientífico que estudió el cerebro dividido tras intervenir quirúrgicamente a pacientes con epilepsia severa, separando sus hemisferios cerebrales. Estas comisurotomías mostraron que, aunque las habilidades cognitivas diarias parecieran normales, diferencias sutiles surgían en pruebas neuropsicológicas.
Por esta investigación, Sperry recibió el premio Nobel en 1981. Décadas después, John Cutting continuó ese legado desde la psiquiatría, influenciando al joven Iain McGilchrist, quien dejó la academia literaria para estudiar medicina y psiquiatría en Londres.
McGilchrist es autor del libro "El maestro y su emisario", publicado en español por Capitán Swing. Allí plantea que la visión popular sobre los hemisferios, que les asigna tareas específicas rígidas, es una simplificación. Los hemisferios representan dos maneras completas y coherentes de experimentar la realidad, que son incompatibles entre sí.
El hemisferio derecho valora lo abierto, contextual, encarnado; favorece lo vivo, implícito, irónico y las relaciones. El izquierdo se concentra en lo concreto, fijo, abstracto y mecánico, ideal para procedimientos y el control. Ambos participan en casi todas las funciones, pero difieren en cómo perciben la realidad. Esta interacción, sostiene McGilchrist, es la base de la civilización occidental.
En las mil páginas de su ensayo, McGilchrist recorre la historia del arte, ciencia y política desde la perspectiva de esta dualidad cerebral, destacando épocas de equilibrio como el Renacimiento, mientras señala que hoy el hemisferio izquierdo domina la cultura contemporánea.
Su teoría es ambiciosa y ha generado debate. Críticos cuestionan las extrapolaciones basadas en evidencia neuropsicológica limitada y seleccionan ejemplos para ajustar su narrativa. Sin embargo, la fuerza del libro radica en sus poderosas metáforas, que permiten interpretar la compleja realidad actual y comprender cómo nuestra mente puede estar limitada a una "cáscara de nuez", citando a Hamlet para ilustrar este encierro conceptual.
Fuente: xataka.com | Leer la nota completa